Prisma.
Un paseo entre las matemáticas y la realidad.
Rafael Villa Caro, Antonio Aranda Plata, Inmaculada Gayte Delgado, Juan M. Muñoz Pichardo, Juan Núñez Valdés, Antonio Pérez Jiménez, Ramón Piedra Sánchez (coordinadores)
Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 2010.
Páginas 77 y 78.
Se toma una baraja española de 48 cartas y se le quitan las figuras (sotas, caballos y reyes), con lo que las 36 cartas restantes son todas las numeradas del 1 al 9. Se dice a un espectador que elija una de las cartas, sin mostrársela al mago, que elige otra, un 6, sin mostrarla a nadie. Ambos tienen, por tanto, una carta que el otro desconoce. El truco está en que el espectador encuentre inesperadamente las dos cartas.
Ambos depositan las dos cartas elegidas, boca abajo, en la mesa, la del espectador a la izquierda y la del mago a la derecha. Se ordena al espectador hacer unas cuentas mentales muy sencillas (sumar restar y multiplicar) que el mago le va diciendo sucesivamente:
1.- Sumarle dos al número de su carta.
2.- Al resultado multiplicarlo por cinco.
3.- Al nuevo resultado restarle siete.
4.- Al nuevo resultado multiplicarlo por dos.
Ahora el mago pide al espectador escribir el número final obtenido encima de las dos cartas: la decena sobre la carta del espectador y la unidad sobre la del mago. A continuación se pide al espectador que descubra las cartas y el resultado sorprenderá a los presentes: el número obtenido tras las operaciones coincidirá con los números de las cartas descubiertas.
La baraja que describe no parece de mi pueblo... Pero centrémonos en el truco. Evidentemente, la carta con el número 6 que eligió el mago determina las operaciones que debe realizar el espectador (del 1 al 4). ¿Cómo serían las operaciones si el mago elige otra carta?
Un paseo entre las matemáticas y la realidad.
Rafael Villa Caro, Antonio Aranda Plata, Inmaculada Gayte Delgado, Juan M. Muñoz Pichardo, Juan Núñez Valdés, Antonio Pérez Jiménez, Ramón Piedra Sánchez (coordinadores)
Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 2010.
Páginas 77 y 78.
Se toma una baraja española de 48 cartas y se le quitan las figuras (sotas, caballos y reyes), con lo que las 36 cartas restantes son todas las numeradas del 1 al 9. Se dice a un espectador que elija una de las cartas, sin mostrársela al mago, que elige otra, un 6, sin mostrarla a nadie. Ambos tienen, por tanto, una carta que el otro desconoce. El truco está en que el espectador encuentre inesperadamente las dos cartas.
Ambos depositan las dos cartas elegidas, boca abajo, en la mesa, la del espectador a la izquierda y la del mago a la derecha. Se ordena al espectador hacer unas cuentas mentales muy sencillas (sumar restar y multiplicar) que el mago le va diciendo sucesivamente:
1.- Sumarle dos al número de su carta.
2.- Al resultado multiplicarlo por cinco.
3.- Al nuevo resultado restarle siete.
4.- Al nuevo resultado multiplicarlo por dos.
Ahora el mago pide al espectador escribir el número final obtenido encima de las dos cartas: la decena sobre la carta del espectador y la unidad sobre la del mago. A continuación se pide al espectador que descubra las cartas y el resultado sorprenderá a los presentes: el número obtenido tras las operaciones coincidirá con los números de las cartas descubiertas.
La baraja que describe no parece de mi pueblo... Pero centrémonos en el truco. Evidentemente, la carta con el número 6 que eligió el mago determina las operaciones que debe realizar el espectador (del 1 al 4). ¿Cómo serían las operaciones si el mago elige otra carta?