Henry E. Dudeney
Ediciones Juan Granica S.A. 1988
Páginas 72 y 73.
La Adivinanza del Despensero
El Abad David los miró gravemente y dijo que este incidente le recordaba el doloroso hecho de que Juan el Despensero había sido pillado robando del casco del mejor Malvoisie que se reservaba para ocasiones especiales. Ordenó que fuera traído a su presencia.
"Ahora, pillo", dijo el Abad cuando el despensero, sonrojado, vino a él, "tú sabes que fuiste encontrado esta mañana en el momento en que sustraías buen vino que te era prohibido. ¿Qué puedes decir para alivianar tu culpa?"
"Os ruego, mi Lord Abad, ¡perdonadme!", exclamó cayendo de rodillas. "Cierto es que el Demonio vino a mi y me tentó, y el casco estaba tan cerca, y el vino era tan bueno -y había tomado de él tantas veces, sin ser pillado, y..."
"¡Bribón! Eso sólo agrava tu falta. ¿Cuánto vino has tomado?"
"¡Maldigo el día! Había cien pintas en el casco al principio, y yo he tomado una pinta cada día de este mes de junio -siendo hoy el trigésimo día de dicho mes- y si mi Lord Abad me ordena establecer con la mayor precisión cuánto buen vino he tomado en total, entonces que me castigue como merezco."
"Pero, hombre, eso son treinta pintas."
"No, no, pues cada vez que yo tomaba una pinta del casco, volcaba en él una pinta de agua en su lugar."
Un hecho curioso es que esta es la única adivinanza del viejo registro que no va acompañada de su solución. ¿Es posible que haya resultado demasiado dificil para los monjes? Sólo hay una nota que dice: "Juan no sufrió castigo alguno por su triste falta."
Páginas 84 y 85.
Los Once Peniques
Uno de los invitados pidió que alguien le diera once peniques, y los pasó a los participantes, como lo muestra nuestra ilustración. La autora dice: "Entonces nos pidió que retiráramos cinco monedas de las once, y agregáramos cuatro para dejar nueve. No podíamos sino pensar que forzosamente quedarían diez monedas. Nos hizo mucha gracia la respuesta a este acertijo."
Páginas 147 y 148.
Los Bueyes del Granjero
Un niño puede proponer un problema que un sabio no logrará resolver. Un granjero planteó la siguiente pregunta: "Esta pradera mía de diez acres puede alimentar a doce bueyes por dieciséis semanas, o a dieciocho bueyes por ocho semanas. ¿Cuántos bueyes podré alimentar en una pradera de cuarenta acres durante seis semanas, considerando que el pasto crece en forma regular todo el tiempo?"
Se verá que el aguijón está en la cola. Ese constante crecimiento del pasto es un punto muy razonable a considerar, y sin embargo causará considerable perplejidad a algunos lectores. Se supone, obviamente, que el pasto es de igual largo y espesor uniforme en todos los casos, al empezar el ganado a comer. La dificultad no es tan grande como parece, si se atacad problema en forma adecuada.
Todos los "acertijos" tienen la solución en el libros. ¿Necesitas alguna pista para alguno?
Henry Ernest Dudeney nació el 10 de abril de 1857 y ya había aparecido por aquí.